En el siglo XI los
toltecas entraron en decadencia y abandonaron su metrópoli, Tula. Grupos de chichimecas, de carácter nómada, se impusieron en la región central de México. Dos siglos más tarde siete tribus nahuatlacas llegaron al valle de México procedentes del norte, de un lugar que en los mitos se conoce como Chicomoztoc, 'las siete cuevas'. El grupo
azteca, más tarde llamado mexica, la tribu más importante, fundó un asentamiento denominado Tenochtitlán en un área rodeada por lagos, entre ellos el de Texcoco. Conforme el asentamiento crecía, su valor militar era mayor debido a la construcción de calzadas que represaban el agua de los lagos de los alrededores y convertían a la ciudad en una isla fortaleza prácticamente inexpugnable. Bajo el mando de Itzcóatl, este grupo extendió sus dominios a todo el valle de México, llegando a ser la principal potencia del centro y sur de México cerca del siglo XV. Su civilización, basada en la
tolteca y chichimeca, fue muy desarrollada, tanto intelectual como artísticamente. La economía
azteca dependía de la agricultura, particularmente del cultivo del maíz y de los tributos que exigían a los pueblos dominados en la guerra. Según se hacían más ricos y poderosos, los
aztecas construyeron grandes ciudades y desarrollaron una intrincada organización social, política y religiosa.
Cuadro sobre el mercado de Tlatelolco (ciudad gemela de Tenochtitlán)
La conquista por los españoles
El primer explorador europeo que llegó al territorio mexicano fue Francisco Hernández de Córdoba, quien descubrió los varios asentamientos
mayas en Yucatán en 1517. Un año más tarde Juan de Grijalva encabezó una expedición que exploró las costas orientales de México y entregó a la colonia española en Cuba los primeros informes acerca del rico imperio
azteca. Esos informes motivaron a Diego Velázquez, gobernador de Cuba, a enviar una gran fuerza en 1519, bajo el mando de Hernán Cortés.
Hernan Cortés
Siguieron su camino por la calzada de Itztapalapan hasta la capital tenochca donde Hernán Cortés fue recibido por Moctezuma Xocoyotzin el 8 de noviembre de 1519. En 1520, Pedro de Alvarado (en ausencia de Cortés) arremetió contra los mexicas en la Matanza de Tóxcatl. Este hecho fue el punto por el que los mexicas iniciaron hostilidades contra los invasores europeos.
Durante la conquista Hernán Cortés tuvo como traductora a la Malinche de la cual han surgido numerosas leyendas.
En sustitución de Moctezuma (muerto por los españoles) Cuitláhuac fue elegido tlatoani de Tenochtitlan. Encabezando la resistencia contra la ocupación española, derrotó a los invasores y sus aliados indígenas el 30 de junio de 1520. Por aquella época también tuvo lugar una desastrosa epidemia de viruela, que cobró miles de vidas, entre ellas, la del propio Cuitláhuac. Como sustituto de Cuitláhuac fue elegido Cuauhtémoc. Le tocó enfrentar el asedio de los españoles aliados con los indígenas del valle de Puebla-Tlaxcala. Cuauhtémoc se rindió, luego de múltiples derrotas de los mexicas y tlatelolcas, el 13 de agosto de 1521.
Rutas de Hernán Cortes
El virreinato
Puesto que la ciudad de Tenochtitlan había quedado en un estado lastimoso, Cortés decidió establecer el gobierno español en la población de Coyoacán, al sur del lago de Texcoco. Desde allí gobernó con el título de Capitán General y Justicia Mayor. Desde Coyoacán partieron las expediciones de conquista con el propósito de someter a los pueblos indígenas de los diversos rumbos de lo que sería el reino de la Nueva España. En 1528 fue establecida la Primera Audiencia de México, encabezada por Nuño de Guzmán. En 1535 se creó el virreinato de Nueva España, siendo su primer virrey, Antonio de Mendoza.
La Ciudad de México fue dividida en barrios (que se asentaron sobre las estructuras territoriales de los calpullitin mexicas). Las tierras situadas alrededor del lago fueron divididas en encomiendas, que luego se transformaron en ayuntamientos. Los pueblos de indios estaban situados originalmente en las orillas de las ciudades españolas, aunque con el paso del tiempo los límites fueron cada vez menos claros y los indios llegaron a vivir en los pueblos españoles, casi siempre por razones de trabajo.
Al mismo tiempo que se fundaron diversas instituciones políticas en los nuevos dominios españoles, también tuvo lugar un proceso de aculturación de los naturales. Hubo una intensa campaña de latinización de los indios, encabezada primero por los franciscanos, que establecieron instituciones como el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. En ellos, los nobles indígenas aprendieron el latín, la doctrina de la Iglesia Católica y numerosos artes y oficios.
Durante la época colonial, la ciudad de México se llenó de suntuosas construcciones, ya fuera para el culto religioso, como edificios destinados a la administración, o bien, residencias de la élite criolla y peninsular. En contraste, la mayor parte de la población, indígena, vivía en la miseria en los barrios de la periferia y los pueblos ribereños o montañeses. Mientras el centro de la ciudad era objeto de constantes hermoseamientos (como las remodelaciones del Zócalo, o la pavimentación de las calles, a costa de los viejos canales); en las orillas la gente vivía en casas de bahareque asentadas sobre cenagales.
La ciudad virreinal fue víctima de varias inundaciones (1555, 1580, 1607, 1629, 1707, 1714, 1806), resultado de la destrucción de los diques que la protegían durante el sitio de Tenochtitlan, de las cuales la mayor fue la de 1629. Este hecho llevó a tomar la decisión de desecar el sistema lacustre de la cuenca, por medio de la construcción de un canal y un tajo, para dar salida a la cuenca por el río Tula.
Guerra de Independencia de México
El 16 de septiembre de 1810 Miguel Hidalgo y Costilla, un cura del pueblo de Dolores, en el actual estado de Guanajuato, alzó la bandera de la rebelión demandando el fin del mal gobierno, pero sin desconocer el poder del rey español Fernando VII. A pesar de que inicialmente tuvo éxito, la rebelión de Hidalgo no sobrevivió mucho tiempo. El cura fue capturado por las fuerzas reales y ejecutado en Chihuahua en 1811. El liderazgo del movimiento pasó a otro sacerdote, José María Morelos y Pavón, quien, en 1814, proclamó a México como república independiente de España y abolió la esclavitud. Un año más tarde Morelos y su ejército fueron derrotados por las fuerzas reales bajo el mando de Agustín de Iturbide, un general criollo. La revolución continúo bajo el liderazgo de Vicente Guerrero, quien encabezaba un ejército comparativamente pequeño.
Mapa de Nueva España de 1818
La revolución española de 1820 afectó a la rebelión de México. Las tendencias políticas liberales en España consternaron a los líderes conservadores mexicanos, quienes comenzaron intrigas con el fin de separar el virreinato de España. Por cuenta propia Iturbide se reunió con Guerrero en 1821 y firmaron un acuerdo por el cual unieron sus fuerzas para llevar a término la independencia. Su plan, conocido como Plan de Iguala, estableció posteriormente tres garantías mutuas: México sería un país independiente, gobernado por un monarca europeo; la religión católica sería la oficial; y los españoles y criollos tendrían los mismos derechos y privilegios. El virrey no tomó ninguna medida en contra de Iturbide y fue obligado a renunciar por parte de la fracción que se oponía a la independencia. El último virrey de la Nueva España fue Juan O'Donojú quien, a su llegada a México en julio de 1821, aceptó el Tratado de Córdoba, reconociendo la independencia de México.
Imperio y república de México
En 1822 Iturbide fue proclamado emperador con el nombre de Agustín I. Diez meses más tarde fue depuesto por una rebelión dirigida por Antonio López de Santa Anna, su anterior colaborador. Se proclamó la República y Guadalupe Victoria se convirtió en el primer presidente.
México, sin embargo, no estaba preparado para la repentina democracia. Comenzó un conflicto entre los centralistas -un grupo conservador formado por líderes religiosos, ricos terratenientes, criollos y oficiales del ejército decididos a mantener una forma de gobierno altamente centralizada (y los federalistas) una fracción liberal y anticlerical que apoyaba el establecimiento de estados soberanos unidos en una federación y el apoyo social a los indígenas y otros grupos oprimidos.
Guerrero, un líder liberal, llegó a ser presidente en 1829, pero fue asesinado en 1831 por fuerzas dirigidas por el líder político y militar Anastasio Bustamante. Una rebelión siguió a otra hasta 1833, cuando Santa Anna, un centralista que era muy popular dentro del ejército, fue elegido presidente. Un poco después de su llegada al poder, su política involucró a la nueva república en una guerra.
Guerra de México con Estados Unidos
Los habitantes de Texas, entonces bajo la ley mexicana, no estaban conformes con el decreto gubernamental (1829) que abolía la esclavitud, y el plan de Santa Anna para centralizar el gobierno incrementó su resentimiento. Texas se rebeló en 1836 y declaró su independencia después de que Santa Anna fuera derrotado de manera decisiva por el líder texano Samuel Houston el 21 de abril de 1836 en San Jacinto. Como resultado de la fricción entre ciudadanos estadounidenses y mexicanos, de la disputa sobre el límite occidental de Texas, y de la intención de los primeros de apoderarse de California, Estados Unidos declaró la guerra a México el 12 de mayo de 1846 (véase Guerra Mexicano-estadounidense).
Evolución territorial de México (Pinchar para ampliar)
Las tropas norteamericanas ocuparon el norte de México y, en 1847, la ciudad de México. El 2 de febrero de 1848, bajo los términos del tratado de Guadalupe Hidalgo, el río Bravo o Grande del Norte se fijó como límite de Texas. Estados Unidos se apoderó además del territorio que actualmente forman los estados de Arizona, California, Colorado, Nuevo México, Nevada, Utah y parte de Wyoming. Unos años después, el Tratado de la Mesilla de 1853 definió el límite de Nuevo México y añadió una franja más de territorio (lo que en la actualidad es el sur de Arizona y una parte del suroeste de Nuevo México) a Estados Unidos.
Después de la guerra México se enfrentó a un fuerte problema de reconstrucción. Las finanzas estaban devastadas y el prestigio del gobierno, ya débil, había disminuido considerablemente. Santa Anna, obligado a renunciar después de la guerra, regresó del exilio en 1853 y, con el apoyo de los centralistas, se autoproclamó dictador. A principios de 1854 comenzó una rebelión liberal y después de más de un año de intensa lucha, Santa Anna huyó de México. La revolución fue el primer acontecimiento de una larga y feroz lucha entre las clases poderosas que tradicionalmente habían dominado México y los demócratas liberales que demandaban tener voz en el gobierno.
Juárez y Maximiliano I
El gran líder que surgió entre los liberales fue un indígena, Benito Juárez, que llegó a ser famoso por su integridad y firme lealtad a la democracia. Durante los siguientes 25 años Juárez fue la figura central de los políticos mexicanos. Una forma federal de gobierno, la libertad de expresión y otras libertades civiles tomaron cuerpo en la Constitución de 1857. Los grupos conservadores se opusieron encarnizadamente a la nueva Constitución. Estos últimos estaban apoyados por España, y en 1858 la guerra de Reforma o guerra de los Tres Años, entre grupos conservadores y liberales, devastó a México. El gobierno de Juárez estaba apoyado por Estados Unidos y, en 1860, los ejércitos juaristas habían triunfado definitivamente. Entre tanto, como presidente provisional entre 1858 y 1861, Juárez había emitido las Leyes de Reforma que decretaban la nacionalización de los bienes de la Iglesia, la ley del matrimonio civil, la separación de la Iglesia del Estado, la ley del registro civil, la secularización de los cementerios y los hospitales y la libertad de cultos.
Elegido presidente en 1861, Juárez comenzó a poner orden. Una de sus primeras acciones fue la suspensión del pago de intereses a la deuda extranjera adquirida por los gobiernos precedentes. Molestos con su decreto, Francia, Gran Bretaña y España decidieron intervenir conjuntamente para la protección de sus inversiones en México. El primero en actuar fue Napoleón III de Francia. Una expedición conjunta ocupó Veracruz en 1861, pero cuando las ambiciones colonizadoras de Napoleón se hicieron evidentes, los británicos y españoles se retiraron en 1862. Durante un año las tropas francesas libraron su camino a través de México y finalmente entraron en la capital en junio de 1863. Juárez y su gabinete huyeron, y un gobierno conservador provisional proclamó el Imperio mexicano y ofreció la corona, a instancias de Napoleón, a Maximiliano I, archiduque de Austria.
De 1864 a 1867 Maximiliano I y su esposa Carlota gobernaron el Imperio, pero en 1865, bajo presión de Estados Unidos, que seguía reconociendo a Juárez, Francia retiró sus tropas. Las fuerzas de Juárez recobraron el país después de que los franceses se retiraran en 1867, y las tropas republicanas, bajo el mando del general Porfirio Díaz, ocuparon la ciudad de México. Maximiliano I, sitiado en Querétaro, fue obligado a rendirse y, después de un consejo de guerra, fue fusilado.
Nuevamente Juárez intentó restablecer el orden, pero se encontró con rebeliones. En 1871, después de una dudosa elección, el Congreso declaró presidente a Juárez. Díaz, uno de los candidatos que había sido derrotado, encabezó una insurrección sin ningún éxito. Juárez murió en 1872 y fue sucedido por Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de la Suprema Corte. En 1876, cuando Lerdo de Tejada vislumbraba la reelección, Díaz encabezaba otra rebelión. En esta ocasión tuvo éxito y en 1877 se convirtió en presidente.
La dictadura de Porfirio Díaz
Excepto en el periodo de 1880 a 1884, cuando nominalmente el poder estaba en manos de uno de sus colaboradores, Díaz gobernó México como un autócrata hasta 1911. Bajo su dictadura se dieron importantes avances en el desarrollo económico y comercial: nuevas plantas industriales, extensión de las vías de ferrocarril, obras públicas, mejoramiento de puertos y construcción de edificios públicos.
Muchas de las nuevas empresas fueron financiadas y manejadas por extranjeros ya que otorgó concesiones al capital francés, estadounidense e inglés que llegó a acaparar casi la totalidad de la minería, el petróleo y los ferrocarriles, entre otros, sin permitir que los trabajadores mexicanos ocuparan puestos de responsabilidad. Esto contribuyó al descontento de las clases desfavorecidas que, ahogadas en deudas, soportaban malos tratos, despidos injustificados, largas jornadas de trabajo y explotación. Además, Porfirio Díaz favoreció a los ricos terratenientes de los grandes estados, incrementando sus propiedades por medio de la asignación de terrenos comunales que pertenecían a los indígenas. Éstos quedaron en precarias condiciones, trabajando como peones en los latifundios. El dictador desatendió la educación popular y favoreció a la Iglesia, prestando poca atención a la política de secularización de 1859. El descontento y el espíritu de rebelión se incrementaban a través de todo el país con brotes que fueron reprimidos con violencia, como los de los indígenas yaquis y mayos que fueron despojados de sus tierras y las huelgas en 1906 y 1907 de los obreros de Río Blanco y Cananea.
En 1908, enterado de ese descontento, Díaz anunció que recibiría con gusto un candidato opositor para las elecciones de 1910, a fin de demostrar su respeto por la democracia. El candidato propuesto por el grupo liberal fue Francisco I. Madero. La influencia de Madero creció y, a pesar de que estuvo un tiempo encarcelado, el dirigente liberal se volvía cada vez más activo. Después de que Díaz fuera reelegido en 1910, Madero fue reconocido como el líder de la revolución popular. Díaz fue obligado a renunciar en 1911 e inmediatamente después abandonó México para siempre.
La Revolución Mexicana
Madero fue elegido presidente en 1911, pero no fue lo suficientemente enérgico para terminar la contienda política y militar. Otros líderes rebeldes, particularmente Emiliano Zapata (foto de la derecha) y Francisco (Pancho) Villa, se negaron a someterse a la autoridad presidencial, en tanto que el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, le retiró su apoyo cuando vio que no era posible negociar con él y decidió respaldar a sus opositores. Victoriano Huerta, jefe del ejército de Madero, conspiró con los líderes rebeldes y en 1913 se apoderó del control de la capital.
Huerta se convirtió en dictador y, cuatro días después de que asumió el poder, Madero fue asesinado. Comenzaron nuevas rebeliones armadas bajo los mandos de Zapata, Villa y Venustiano Carranza, y Huerta renunció en 1914. Carranza tomó el poder ese mismo año y Villa al momento se declaró en guerra en contra de él. Además de las ambiciones de los líderes militares rivales, se sumó a la confusión la intervención de gobiernos extranjeros velando por la protección de los intereses de sus nacionales. En 1915 una comisión representada por ocho países de América Latina y Estados Unidos reconoció a Carranza como la autoridad legal en México. Los líderes rebeldes, con excepción de Villa, depusieron las armas. Éste perdió la ayuda estadounidense que le suspendió el envío de armas. En respuesta, en 1916 Villa asesinó a 16 estadounidenses e invadió Columbus, Nuevo México, en donde dio muerte a otra decena de personas. Como resultado fue enviada una expedición compuesta por un cuerpo del ejército bajo el mando del general John J. Pershing, pero fueron rechazados por las tropas de Carranza, también hostil hacia Estados Unidos. Villa siguió creando inestabilidad en el campo mexicano hasta 1920 y en julio de 1923 fue asesinado.
Una nueva Constitución, promulgada en 1917, propició la formulación de un código laboral, prohibió la reelección presidencial, expropió las propiedades de las órdenes religiosas y restableció los terrenos comunales a los indígenas. Muchas de las condiciones de la negociación para el bienestar social y laboral fueron muy avanzadas y radicales para su época. Algunas de las más drásticas estaban encaminadas a frenar la injerencia extranjera en la propiedad minera y de la tierra.
Foto de Pancho Villa Carranza fue elegido presidente en 1917, pero la turbulencia continuaba. A pesar de que no había puesto en vigor muchos de los preceptos constitucionales, disgustó a las compañías petroleras extranjeras debido a la reglamentación según la cual el petróleo era un recurso nacional inalienable y a la imposición de un gravamen a los territorios y contratos petroleros anteriores al 1º de mayo de 1917. En 1920 tres de los principales generales, Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y Adolfo de la Huerta, se rebelaron contra Carranza, quien fue asesinado en el conflicto resultante. En 1920 Obregón fue elegido presidente.
Cuando Obregón aceptó discutir y ajustarse a las demandas de las compañías petroleras estadounidenses, fue reconocido por ese gobierno en 1923. A finales de ese mismo año Estados Unidos apoyó al régimen de Obregón durante una rebelión provocada por De la Huerta. En 1924 Calles fue elegido presidente y comenzó a aplicar reformas constitucionales, especialmente en materia agraria; también rehabilitó las finanzas mexicanas, instituyó un programa de educación y arregló con éxito las disputas con las compañías petroleras extranjeras. Al llevar a cabo reformas religiosas, Calles provocó una gran oposición. La Iglesia se negó a reconocer las condiciones de la secularización y las relaciones entre la Iglesia y el Estado se volvieron muy tensas hasta desembocar en la llamada Guerra Cristera (1926-1929) en la que, con métodos de guerrilla, los defensores de las instituciones religiosas atacaron pueblos, haciendas, ferrocarriles o escuelas laicas.
Obregón fue reelegido presidente en 1928 pero fue asesinado algunos meses más tarde por un fanático religioso. La presidencia provisional fue concedida por el Congreso a Emilio Portes Gil. No obstante la influencia de Calles permanecía como principal fuerza política. Abelardo L. Rodríguez, un socio de Calles, pasó a ser presidente provisional en 1932. En el mismo año el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el partido del gobierno, proyectó un programa de seis años para un 'sistema económico cooperativo tendiente hacia el socialismo', incluyendo una ley laboral, obras públicas, repartición de la tierra y el embargo de los terrenos petroleros de posesión extranjera.
El programa del PNR fue puesto en marcha en 1934 con la elección de Lázaro Cárdenas como presidente. Cárdenas hizo hincapié en las reformas agrarias, el bienestar social y la educación. En 1936 fue aprobada una ley de expropiación que permitía al gobierno expropiar la propiedad privada siempre que fuera necesario para el bienestar público y social. La empresa de ferrocarriles de México se nacionalizó en 1937, así como los derechos sobre el subsuelo de las compañías petroleras. Ese mismo año los trabajadores petroleros mexicanos se fueron a la huelga en demanda de salarios más altos y de acceso a los cargos de responsabilidad en las empresas con remuneraciones equivalentes a las de los extranjeros.
En 1938, después de una decisión de la Suprema Corte que había prestado atención a sus reclamaciones y de que las compañías petroleras de capital extranjero se habían negado a pagar, el gobierno mexicano expropió todas las propiedades petroleras. Se creó una agencia gubernamental llamada Petróleos Mexicanos (PEMEX) para administrar la industria nacionalizada. Las expropiaciones afectaron seriamente a la industria petrolera mexicana, por ello fue muy difícil para México vender petróleo en territorio estadounidense, alemán y británico. Posteriormente México fue obligado a ajustarse a tratos de intercambio comercial con Italia, Alemania y Japón. El comercio de petróleo con estas naciones, sin embargo, fue muy corto a causa de la II Guerra Mundial (1939-1945). Cárdenas apoyó de varias formas a la República española y, tras la Guerra Civil que trajo consigo la instauración del régimen franquista, México acogió como exiliados a aproximadamente 40.000 españoles y favoreció el establecimiento del gobierno español en el exilio.
En 1940 Manuel Ávila Camacho, apoyado por los trabajadores mexicanos, fue electo presidente. Su política fue más conservadora que la de Cárdenas. La llamada 'política del buen vecino' de Estados Unidos influyó positivamente en México. Esta política, que involucraba una estrecha cooperación con Estados Unidos en materias comerciales y militares, llegó a ser considerablemente avanzada en 1941, con la inminente participación de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. México, con varias restricciones, acordó permitir a la Fuerza Aérea estadounidense el uso de sus campos de aviación y también aceptó exportar materiales críticos y estratégicos (principalmente minerales escasos) sólo a países del hemisferio occidental.
La II Guerra Mundial en México
México rompió sus relaciones diplomáticas con Japón el 8 de diciembre de 1941 y tres días más tarde con Italia y Alemania. El 22 de mayo de 1942, después del hundimiento de dos petroleros mexicanos por submarinos alemanes, el Congreso mexicano declaró la guerra contra Alemania, Italia y Japón. Quince mil soldados mexicanos combatieron en la II Guerra Mundial, con la muy destacada participación de los 233 pilotos aéreos del Escuadrón 201. En junio de ese año México firmó la declaración de las Naciones Unidas (ONU). A finales de ese mismo año se negoció un acuerdo comercial por parte de México y Estados Unidos, estableciendo concesiones arancelarias mutuas.
La cooperación militar total entre las dos naciones tuvo efecto en 1943, cuando se acordó que cada país podía enlistar en su ejército a los nacionales del otro país que vivieran dentro de sus fronteras. Otros proyectos del tiempo de guerra incluían una comisión conjunta para la cooperación económica, instituida para encontrar métodos que aliviaran la escasez de alimentos y de materiales estratégicos, y una comisión industrial mexicano-norteamericana, orientada a planear la industrialización de México. A cambio, Estados Unidos solicitó ayuda de mano de obra para cubrir los puestos de la gente que había ido a combatir y abrió sus fronteras a 300.000 trabajadores mexicanos. En 1944 México pagó a las compañías petroleras estadounidenses 24 millones de pesos, más intereses del 3%, por las propiedades petroleras expropiadas en 1938.
México de posguerra
En junio de 1945 México se convirtió en uno de los miembros fundadores de la Organización de las Naciones Unidas. En 1946 Miguel Alemán Valdés sucedió a Ávila Camacho como presidente, habiendo sido elegido en una plataforma con un programa político cuyos objetivos eran la distribución equitativa de la riqueza, obras de irrigación extensivas y mayor industrialización del país. Alemán mantuvo las estrechas relaciones con Estados Unidos. En 1947 el Banco de Exportaciones e Importaciones prestó 50 millones de pesos para ser invertidos en obras públicas y de desarrollo industrial.
A finales del año el gobierno mexicano anunció que las compañías petroleras británicas y alemanas, demandantes de 250 millones de pesos por las propiedades expropiadas, habían aceptado el pago de 21 millones. En 1948 el gobierno, esforzándose por revertir el balance desfavorable de comercio, devaluó el peso. Las importaciones no esenciales para el desarrollo industrial fueron restringidas de manera notable. En marzo de 1949, por primera vez desde las expropiaciones de 1938, se permitió a dos compañías petroleras estadounidenses realizar perforaciones bajo la supervisión de PEMEX. El gobierno estabilizó el peso en junio con la ayuda de préstamos por parte del Tesoro de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional. Se celebraron elecciones nacionales el 3 de julio de 1949, y el partido del gobierno, conocido entonces como Partido Revolucionario Institucional (PRI), ganó por mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
En 1950 la situación económica mejoró considerablemente cuando México obtuvo un préstamo de 150 millones de pesos del Banco de Exportaciones e Importaciones para la financiación de varios proyectos para mejorar el transporte, la agricultura e instalaciones generadoras de energía. El año siguiente el problema de los mexicanos que entraban de forma ilegal a Estados Unidos para tratar de obtener un trabajo temporal en el campo se convirtió en un asunto de gravedad concerniente a los dos gobiernos. Los acuerdos oficiales entre México y Estados Unidos dieron como resultado la entrada legal anualmente de un número determinado de trabajadores. Sin embargo, aproximadamente un millón de personas cruzaban de forma ilegal la frontera cada año. El problema fue aún más complicado al demandar el gobierno mexicano el respeto a los derechos laborales de los trabajadores emigrados a Estados Unidos, y por la hostilidad de las organizaciones agrícolas de ese país, que no aceptaban que los mexicanos estuvieran dispuestos a trabajar a cualquier precio. En marzo de 1952 el Congreso de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley estableciendo el castigo por medio de multas y encarcelamiento a aquellos que contrataran extranjeros que hubieran entrado al país ilegalmente.
El anterior secretario (ministro) de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines, candidato del PRI, fue elegido presidente de México en 1952. Al año siguiente la legislatura ratificó una reforma constitucional extendiendo el derecho del voto a las mujeres. En 1958 Ruiz Cortines fue sucedido por Adolfo López Mateos, quien había ocupado la secretaría del Trabajo. Revirtiendo una tradición de silencio presidencial en las relaciones con la Iglesia católica, López Mateos declaró que los logros de las metas revolucionarias no deberían encontrar obstáculo en la religión. En 1962 se aprobó una reforma constitucional autorizando al gobierno a promover negocios en los que se compartieran los beneficios con los trabajadores. El descontento campesino se mostró por medio de huelgas de hambre e invasiones ilegales a las grandes propiedades privadas. A principios de 1963 se formó la Central Campesina Independiente para competir con la Confederación Nacional Campesina bajo el dominio del PRI. En el congreso constitutivo los oradores dijeron que el país tenía todavía 3 millones de campesinos sin tierra y que 9.600 individuos poseían 80 millones de hectáreas de tierra, de las cuales sólo 20,2 millones eran cultivadas.