Palacio Real de Milán
Dirección: Piazza del Duomo 12. Milán. Italia.
Teléfono: 02 76316505
Horario: Variable según exposición en curso
Precio: Variable según exposición en curso
Internet:
http://www.comune.milano.it/palazzoreale/E-mail: info@mimu.it
Situado en el lado sur de Piazza Duomo, el Palacio Real de Milán se erige como uno de los palacios más imponentes y simbólicos de la ciudad de Milán (en italiano Palazzo Reale), antiguamente sede o casa de gobierno de esta ciudad de Italia. Actualmente el Palacio Real es un importante centro cultural que funciona como Museo y Centro de Exposiciones.
No sólo por sus antecedentes, sino por los años que viene siendo protagonista de diversos sucesos históricos y hasta en los últimos años convertido en un centro cultural, sede de muestras y exposiciones artísticas y variadas.
El encargado de la decoración de este palacio fue Giuseppe Piermarini, nombrado en 1769 como arquitecto real imperial de la Lombardía Habsburg, el cual revistió de ornamentos y decoraciones inspiradas del barroco las instalaciones y salas del Palacio Real.
En el año 1920 el Palacio Real fue abierto para ser visitado por los ciudadanos, aunque fue bombardeado durante la segunda guerra mundial, conservándose en la actualidad alguna de sus salas más bellas, entre las que destaca la Sala delle Cariatidi (Sala de las Cariátides) en la planta noble del palacio, que ocupa el lugar del antiguo teatro.
Historia del Palacio Real de Milán
El Palacio Real de Milán fue sede del gobierno de la ciudad desde la Baja Edad Media, fue conocido por el nombre de Palazzo del Broletto Vecchio y también como Palazzo dell'Arengo, vio reforzado su papel de centro político con el advenimiento de los señoríos de los della Torre (o Torriani), los Visconti y los Sforza. A partir de entonces fue escenario de una fastuosa vida cortesana, investiduras y recibimientos solemnes.
En la segunda mitad del siglo XVIII Milán estaba, en virtud del Tratado de Utrecht, bajo el dominio de Austria, y el Palacio Real fue revestido de ornamentos y decoraciones inspiradas en el barroco teresiano, previamente a la transformación neoclásica que recibiría a finales de siglo de la mano de Giuseppe Piermarini, quien había sido investido en 1769 como Arquitecto Real Imperial de la Lombardía Habsburgo. Piermarini mantuvo sobre la región una especie de monopolio arquitectural, supervisando docenas de proyectos y elevando los niveles de profesionalidad en la región, y proyectó entre otros edificios La Scala, el famoso teatro de ópera de la ciudad.
Originalmente el Palacio Real de Milán fue proyectado con un sistema de dos patios, uno de ellos fue parcialmente demolido durante su remodelación para abrirlo a la plaza del Duomo; la fachada actual del palacio sigue la línea del antiguo patio, formando una entrada respecto a la plaza del duomo, llamada piazzetta reale, que se encuentra a la derecha de la fachada del Duomo, en posición opuesta a la Galería Vittorio Emanuele II.
La remodelación del Palacio Real tuvo lugar entre 1769 y 1778, coincidiendo al final con el trabajo en La Scala (1776-1778), en un estilo que ha sido definido como un "neo-palladiano algo árido". Piermarini invitó al también arquitecto y decorador (Giuseppe) Giocondo Albertolli (1742,1839) a decorar varias salas del palacio siguiendo sus diseños, entre ellas la Sala de las Cariátides, que le tomó dos años completar.
Desde su remodelación fue palacio de los regentes, desde María Teresa I de Austria a Napoleón Bonaparte, Fernando I de las Dos Sicilias y la Casa de Saboya. Entre 1803 y 1807, Andrea Appiani, retratista oficial de Napoleón, ejecutó un fresco monocromático monumental en la Sala de las Cariátides celebrando las victorias de Napoleón, que es conocido actualmente a través de grabados. Entre 1808 y 1810 completó otra serie de frescos a gran escala en el palacio, el más elaborado de los cuales, realizado para la Sala del Trono (que ocupaba el valido del emperador) fue titulado El triunfo de Júpiter-Napoleón, dominando el mundo.
En 1920 el Palacio Real pasó a propiedad estatal, y fue abierto a las visitas de los ciudadanos. Los bombardeos de 1943 destruyeron en parte el edificio, que está en la tercera fase y final de un proceso de restauración de más de veinte años de duración para recuperar el esplendor de antaño.